
Siguiendo una línea, no temporal, sino a través de los distintos campos de la ciencia -Física, biología, medicina, arqueología...-, el autor nos va mostrando qué hay de diferente cuando se hacía ciencia por gusto y se caía en fraudes, es decir, qué llevaba a Galileo, una persona que tuvo que trabajar para obtener dinero y con él poder dedicarse a investigar, quien a su vez nos dice ya en sus propios textos que él no ha puesto en práctica ninguno de los experimentos que relata, y qué lleva al científico contemporáneo, el científico de Premio Nobel y reconocimiento en la comunidad científica, a falsificar sus experimentos, aun cuando se ve subvencionado por el Estado para hacer aquello que más le gusta.
Parece una extraña paradoja pero que te deja con el sabor de boca de que ya todo se puede comprar. Incluso la ciencia.
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